Construye tu llave maestra y...
encontraras un brillante cristal.
Cuando mis hijas aún eran unas pequeñas y adorables niñas (que hoy como
mujeres lo siguen siendo) siempre puse en su mente que debían construir una
llave. Desde ese momento y por todo el tiempo de educación y formación, en sus
primeros pasos de escolaridad y en su educación universitaria, a cada reto que
enfrentaban, a cada meta que tenían por lograr, a cada mención, titulo o grado,
siempre les recordaba que debían construir esa llave, pero no una llave
cualquiera, que con cada paso que daban construirían una llave maestra.
Antigua Puerta. Forum La Rioja Logroño. Enero 2013 © amorenot
Nuestra vida es un camino y muchos decimos en el transcurrir de ella:
"se me abrió una puerta" o al contrario "¿porque se me cierran
todas las puertas?". Nuestra vida, si la concebimos sin muchas
pretensiones, si nos ajustamos solamente a los designios divinos, será como
he leído hace poco: "un predecible aburrimiento", una terrible y
acosadora zona de confort, en la que no podemos lograr nada más que lo que nos
ofrece ese aburrido y limitado mundo en el que nos conformamos vivir.
Ciertamente desde nuestro nacimiento estamos cruzando puertas, las primeras, de las manos de nuestros padre y maestros (que gloria acordarse de ellos) eran
nuestros guía, muchas veces rescatamos de nuestra memoria los reclamos de
porque hacer tal o cual cosa, por qué leer ese libro o estudiar ese tema que
creimos nunca nos servirá, cuantas veces rechazamos aprender alguna actividad o
intentar jugar algún deporte, también lamentablemente pudimos oír de algunos
"ni lo intentes tu no sirves para eso". En oportunidades no
pudimos cruzamos algunas puertas, en otras, no nos dejaron pasar nuestras
propias limitantes, muchas puertas nos las vimos.
Esta zona de confort en la que de una forma u otra todos vivimos, (algunos
dirán que en la actualidad no tienen confort donde viven) y en la que
lamentablemente nos conformamos a vivir, está rodeada de esa valla, de esa
pared medianera que nos limita. Desde muchos puntos de esta zona llamada de
confort, podemos ver la realidad externa, en algunos casos una realidad
aumentada, en otros casos vemos un bosque y solo nos podemos imaginar que habrá
tras él, esa valla casi siempre está construida de ladrillos de miedo, casi
siempre creemos que entre esta zona en la que estamos y esa realidad o sueño que
todos deseamos, hay un abismo, un precipicio, una zona negra, no tenemos
seguridad de lo qué encontraremos si abrimos las puertas, casi siempre creemos
que caeremos en ese abismo.
No todos los caminos nos llevan a Roma, no todas la puertas nos conectaran
con un mejor mundo, no por todos los caminos se llega más rápido al bello
campo tras el bosque, no todas la puertas abren fácilmente. Como ciertamente
sabemos, la mayoría de las puertas reales y mentales que hay en
nuestros caminos, alrededor de la zona en la que vivimos, tienen cerraduras
diferentes. Ya por algunas transitamos frecuentemente y sabemos cómo abrirlas,
otras la verdad son difíciles, parecen blindadas.
Existen las puertas de la comunicación con nuestro entorno diario, con nuestras
familias, con la sociedad, con los compañeros de trabajo, con la familia y
nuestra pareja.
Hay puertas para acceder a otros niveles de vida, puertas para lograr un
nuevo conocimiento, un grado, un puesto de trabajo, inclusive otro nivel social,
son puertas de acceso a otro estatus, son las puertas de la educación y de la
formación.
También existen las puerta por las que llegamos a esas zonas de
satisfacción, donde nos sentimos bien, son las puertas del reconocimiento y
las más cercanas al estado de felicidad deseado. Son las puertas hacia
nuestra autoestima. Estas puertas son mentales.
Existen también las puertas cerradas por nuestras creencias
limitantes, formadas por esos cuasi
valores que han definido las religiones, las sociedades, las antiguas y aún las
contemporáneas sociedades o inclusive las enseñanzas familiares. En fin estas
también son puertas mentales.
Ante esta muy personal forma de ver los límites de nuestra zona de confort,
llena de vallas y puertas, es que siempre he creído que hay que construir la
mejor llave maestra posible, con capacidad de abrir las variadas cerraduras o
puertas por franquear en nuestra vida y caminos.
Para construir esta llave, la materia prima somos nosotros mismos, cada
diente o ranura está diseñado con o desde nuestra formación, con nuestra
educación. La clave de la formación, es la que da la familia y la sociedad. La
segunda etapa de esta construcción está en la educación, en lograr
competencias, conocimientos, esta fase está labrada como una combinación de
familia, sociedad y de nuestras selecciones, se complementa con las experiencias
de vida laboral y con las habilidades aprendidas de las cosas que nos
apasionan. Una tercera clave está en la creencia que tenemos de nosotros
mismos, en lo que creemos que somos y podemos. Esta partes de la llave maestra,
se construye con auto análisis, mirándonos interiormente, identificando si
estamos impidiendo que la llave funcione, con nuestros tabúes, falsos
principios, temores o miedos al abismo. El compromiso con nuestros sueños y
metas nos ayudaran a eliminarlos.
Cuando finalmente entendamos que hemos construido una llave maestra, que en
toda la vida de una forma u otra hemos trabajado para lograrlo, tendremos la certeza, que en los caminos hacia los
sueños, hacia encontrar nuestro propio brillo, las puertas se abrirán de una u
otra forma.
Construye tu llave maestra y encontrarás
en ti un brillante cristal, que reluce por si solo.
Alberto Moreno T.
24 de Septiembre de 2014
Dedicado a mis hijas que han y aún están construyendo
su llave maestra y ya brillan por si solas.
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