lunes, 6 de octubre de 2014

Icemos velas...levantemos anclas

Un dulce brisa, nos trae recuerdos de intensa sal, aroma conocidos y queridos, de caldereta de la abuela, poderosa brisa la de nuestros recuerdos, sentimos el rocío disperso en ella, nos moja y arropa como una suave manta, como piel del ser amado. Alegre y vigorosa, que no podemos desperdiciar para izar velas e iniciar el viaje. 



                                         Velero. Pto Barcelona.                                                                                       Sept. 2013 © amorenot


Los recuerdos son poderosas armas que desde nuestro interior, nos dan fuerza para partir, o nos anclan para no dejarnos ir.

Los buenos marineros saben cuándo estos vientos son propicios para iniciar el viaje, miran sus mástiles, preparan sus cabos y sabiendo usar su compañía y sus competencias, tiran de la velas y las tensan, las orientan y ponen rumbo a sus metas, al puerto de sus sueños.

Y también saben... cuándo levantar anclas y en que momento echarlas, saben que cuando se quiere partir, el ancla se ha de subir y que cuando se ha llegado a buen puerto, el ancla ha de fondear.

Como marineros, icemos las velas y emprendamos camino, faltan muchas millas por recorrer, tomemos nuestros mapas, orientemos la brújula, demos al timonel de nuestras emociones y pasiones, las órdenes para que dirija el velero a esos mares que siempre  soñamos y advirtámosle que habrá tormentas en el camino, si siempre mantenemos rumbo cierto, más temprano que tarde llegaremos.

Para llegar a nuestras metas, es necesario mantener claro de donde partimos, definir el punto de llegada y porque deseamos estar allí, eso se llama ir a nuestras pasiones.

Mantener el norte, lo da la claridad de los principios, en base a ellos sabremos cuando ajustar el rumbo, cuando un faro nos ilumina y nos previene de las rocas, de  los inconvenientes, de los bajos fondos.

Nuestro mapa de ruta, la guía del camino a seguir y las indicaciones de lo que hemos de llevar, nos asegurara que nuestros sueños, sean logrados.
Los vientos necesarios vendrán de nuestro compromiso, tan fuerte como sean nos hará navegar más pronto y rápido.

Las velas para aprovechar los vientos, son nuestras competencias y educación, algunas rotas y luego remendadas tras las tormentas,  pero curtidas y tensas mantendrán la firmeza del viaje.



Los cabos para atarlas tan fuertes como nuestra formación, ni las mareas ni las tormentas por las que hemos de pasar, los han de reventar.  









Las anclas, en nuestro puerto de partida, son las limitantes que hemos de vencer y en el puerto de llegada, han de ser tiradas para asegurar nuestro velero al encontrar nuestras querencias, a las que nos ataremos cuando lleguemos a nuestros sueños.







Disfrutaremos de la brisa, de los olores de las playas, de la tranquilidad de la bahía a la que hemos llegado, disfrutemos de la calidez del sol que finalmente hemos podido encontrar.

No esperemos, icemos velas, levantemos anclas, emprendamos rumbo…

Alberto Moreno T.
06 de Octubre de 2014


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Ing. Alberto Moreno T.